Según algunos expertos, nos podríamos ahorrar grandes sumas de gastos médicos, si como personas tratáramos de animarnos mutuamente con más frecuencia. Así mismo necesitamos de lo otro: personas que tienen el valor de decirnos una verdad incómoda de manera abierta y honesta. Realmente no nos sirve mucho cuando solo nos animan, pero nunca nos confrontan. De la misma manera, no nos sirve cuando siempre nos critican, pero nunca nos dan alguna palabra de aliento.
Los que estamos a cargo de otras personas, al frente de equipos de trabajo o alguna organización, sabemos que las personas no siempre hacen lo que se espera de ellas. Para uno como líder, puede ser un dilema saber qué hacer. ¿Sigo animando a la persona a esforzarse, a aprender y seguir mejorando o es hora de una confrontación? Actuar con madurez significa aprender las dos cosas: animar a las personas en el lugar adecuado y confrontarlas en el momento debido. Thomas Härry ofrece algunas sugerencias prácticas para ambas situaciones.
Animando a las personas
Animo a las personas, cuando escucho atentamente a lo que tienen que decir. Cuando otras personas nos platican de sus ideas, opiniones o intereses, es muy fácil interrumpirlos, responder con nuestras propias opiniones, corregirlos o hacerlos sentir que lo de ellos no importa. Sin embargo, cuando escuchamos detenidamente y hacemos preguntas adecuadas para obtener más información y explicaciones, animamos a las personas.
Animo a las personas, cuando les agradezco. Decir "muchas gracias" es algo gratuito y sencillo, pero dicho al momento adecuado y de corazón, puede tener un gran impacto.
Animo a las personas, cuando comparto mis tesoros. No se trata tanto de bienes materiales, sino de todo aquello que has aprendido y entendido: tus experiencias, tu comprensión y las lecciones que la vida y tus errores te han enseñado. No se trata de siempre decir todo lo que sabes, pero de ofrecer un consejo en un momento oportuno que pueda servir a la otra persona.
Confrontando amablemente a las personas
Una confrontación apropiada no consiste en acusaciones y tampoco busca a un culpable; una confrontación apropiada surge de una preocupación genuina y busca una solución, una aclaración.
Es importante reaccionar pronto. Cuando se trata de algún incidente delicado, es mejor hablar lo más pronto posible. Sirve muy poco hablar de ello semanas o incluso meses después de que haya pasado.
Es importante aclarar, si la expectativa fue entendida bien. Puede haber casos donde uno como líder no explicó bien sus expectativas, donde no se dejaron instrucciones claras. Vale la pena entender los motivos por los cuales una persona decidió actuar de una forma particular, para luego proceder acorde.
Es importante actuar de corazón y buscar la paz. Para ello debemos separar a la persona del incidente. En una confrontación se trata de buscar el bien de la otra persona y donde sea necesario y posible, una reconciliación.
Con esto concluimos con el libro de Thomas Härry. En próximas semanas quiero explorar caminos e ideas distintas.
Estos comentarios son un resumen del capítulo 14 del libro de "Die Kunst des reifen Handelns" escrito por Thomas Härry. Foto: Christina Morillo.
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