Un segundo contraste en la vida, se presenta al discernir cuando estar disponible (para trabajar, platicar, ayudar, servir, etc.) y cuándo poner límites (decir no, porque ya tenemos otras prioridades o compromisos). Es muy fácil que que nuestra vida llegue a un nivel de sobrecarga. Por un lado, se puede dar porque aceptamos demasiadas responsabilidades. Por otro lado puede ser que nos cargamos de cosas no esenciales, que nos hacen perder el enfoque.
Quienes trabajan con o para otras personas, valoran las relaciones y sienten el peso de las innumerables necesidades de su comunidad, estan aún más susceptibles a sobrecargarse. El objetivo en este contraste, es no caer ni en un extremo ni en otro, sino encontrar una manera sana de enfrentar a las distintas expectativas que se nos presenta en la vida.
Aunque el tener límites es algo sano y necesario en la vida, puede ser exagerado y convertirse en un problema cuando:
Una persona se ha vuelto indiferente ante las necesidades de otras personas, perdido la compasión y solo se preocupa por su propio bienestar.
Una persona pone tantos límites que se vuelve no disponible - cuando ya no es capaz de cambiar sus planes, ajustar el programa, tomar tiempo para otros, dañando así sus relaciones.
De la misma manera, aunque estar disponible es algo sano y necesario en la vida, también se puede exagerar y resultar en problemas cuando:
Una persona necesita estar ocupada, solicitada o necesitada para poder sentirse importante. Cuando ya no puede descansar sin sentirse inquieta o incluso inútil. Cuando su identidad la encuentra en lo que hace.
Una persona invierte demasiado tiempo en las personas equivocadas - permite que cosas no esenciales la interrumpan, dejando rezagado lo importante.
De acuerdo a Thomas Härry, ayuda si uno como líder define de antemano a cuáles personas dar mayor disponibilidad o prioridad. En base a su propia experiencia, propone trabajar con cuatro círculos:
En el primer círculo se encuentran los nombres de las personas que deberían tener el primer lugar en nuestra vida: la pareja, los hijos y los padres. Ellos se merecen la mayor atención que podamos ofrecer.
En el segundo círculo pone a las amistades - personas con las que queremos pasar tiempo regularmente, mantener el contacto y una relación cercana.
En el tercer círculo incluye las personas que están bajo nuestra responsabilidad, ya sea por nuestro trabajo o por algún cargo que ocupamos - miembros de nuestro equipo de trabajo, compañeros de trabajo, empleados, personas a quienes enseñamos y acompañamos, personas claves en nuestra organización.
En el cuarto círculo se encuentran el resto de las personas, ya sea de mi organización o de la comunidad.
Ver a la vida a través de estos lentes, da una perspectiva muy diferente. Vale la pena preguntarnos:
¿Cuántas veces hemos sacrificado a las personas en nuestro primer círculo para quedar bien con las personas del cuarto círculo?
¿Cuántas veces hemos descuidado a las personas en el segundo círculo, por estar ocupado con las del tercer círculo?
¿Cómo cambiaría nuestra vida si aplicamos este filtro para determinar nuestra disponibilidad y nuestros límites?
Estos comentarios son un resumen del capítulo 8 del libro de "Die Kunst des reifen Handelns" escrito por Thomas Härry. Foto: Steve Buissinne
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