El ambiente se encuentra tenso y se percibe el conflicto en el aire. Todos saben que las dos tribus tienen sus diferencias, pero los acontecimientos recientes dan la impresión de que una guerra es inminente. Conforme los concilios de ambas tribus se reúnen, los dos jefes toman su lugar en lados opuestos del círculo, mirándose sin decir una sola palabra. A lo largo de algunos minutos se percibe un silencio; pero de repente estalla la emoción y ambos grupos terminan enojados, gritando y acusando. Nadie escucha y parece que la violencia es inevitable. Eso es, hasta que el jefe de visita se levanta y eleva el palo parlante. De repente el ambiente empieza a cambiar.
El palo parlante tiene varios siglos, pero aun así, muchos nunca han escuchado hablar de él. Esto es como funciona. Durante una reunión, los indígenas de Norteamérica pasaban un palo parlante de una persona a otra, pero solo podía hablar la persona que tenía dicho palo en su mano. Este permanecía en la mano del individuo hasta que este percibía que el grupo realmente lo había entendido. Cuando se sentía entendido, lo pasaba a la siguiente persona.
Es un concepto muy sencillo, pero el resultado final es impresionante. Mientras los miembros de las tribus pasan el palo parlante, se vuelven menos combativos y más comprensivos. Cada persona siente que su perspectiva está siendo escuchada. Pronto emerge el verdadero conflicto y se empiezan a formar nuevas soluciones. La guerra ha sido prevenida. Las relaciones han sido restauradas. Todo porque el enfoque ahora está en entender, y no solo en ser entendido.
Sin duda alguna, una de las mayores necesidades emocionales que tenemos como seres humanos, es la necesidad de ser entendidos. Y para entender, necesitamos escuchar. Líderes tienen que escuchar. Si no lo hacen, no importa que tan inteligente sean, cuantos dones tengan o que tan carismáticos sean. Al final no van a conectar con los demás y van a arruinar su potencial.
Sin embargo, no es algo fácil. Para la mayoría de la gente, el escuchar no es algo que se nos da naturalmente. Tenemos que trabajar en ello y ser susceptible a las necesidades de las personas que nos rodean. Se podría decir que el 50% de liderazgo se trata de escuchar, observar e interpretar lo que vemos y escuchamos.
Pero bueno, ¿cómo podemos mejorar en esto? Tim Elmore sugiere que empecemos por identificar los malos hábitos que hemos formado a lo largo de nuestras vidas. Aquí algunos ejemplos:
Escuchar con prejuicios: hacer conclusiones prematuras sobre la persona que habla.
Escuchar selectivamente: solo oír, lo que queremos oír.
Escuchar impacientemente: interrumpiendo a los demás y terminando sus enunciados.
Escuchar egocéntricamente: solo pensar en lo que vas a responder.
Escuchar falsamente: pretender que escuchas cuando realmente estás en otro mundo.
Escuchar tercamente: escuchar, pero no con apertura - ya hiciste tu conclusión y nada lo cambiará.
Además de ello, Elmore sugiere que, para aprender a escuchar bien, necesitamos desarrollar dos cualidades: mostrar empatía y hacer buenas preguntas.
La empatía se trata de ponernos en los zapatos de la otra persona. Implica entender cómo se sienten los demás y mostrar que realmente nos importan. No se trata de dominar la conversación y empujar nuestra agenda, sino de primero escuchar atentamente a los demás. Lo interesante es que cuando escuchamos, también nos ganamos el derecho de hablar y de ser escuchado.
Demostrar empatía es importante, pero también lo es hacer preguntas relevantes. Piensa en tu última visita con el médico. ¿Entró al consultorio ofreciéndote el medicamento más reciente? Lo más probable es que no. Cualquier doctor decente, hará un diagnóstico, antes de prescribir cualquier medicamento. Toman su tiempo para hacer preguntas y distintos análisis. Lo mismo aplica para los líderes. Antes de hacer conclusiones, deberíamos escuchar, hacer preguntas y buscar entender la situación, para luego encontrar las mejores soluciones.
Capítulo dos, del libro "Habitudes: Images that form Leadership Habits and Attitudes #2" por el Dr. Tim Elmore. Foto: Amy Hirschi.
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