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10.4 La Paradoja de Calcuta

En 1997, el autor Tim Elmore fue invitado a viajar a la India, donde participaría en capacitaciones de liderazgo. Lo que mas esperaba en dicho viaje, era la reunión que habían planeado con la Madre Teresa en Calcuta. Lamentablemente ella falleció unos meses antes de dicho viaje y nunca se dio este encuentro.


Aun así, fueron a visitar las instalaciones de la organización que Madre Teresa había fundado: Misioneras de la Caridad. Estas se encontraban escondidas en un callejón, retirado de la calle principal. Comenta Elmore que estuvo asombrado por lo sencillo que tenían todo. Había hermanas sentadas en el piso, ayudando a los leprosos, limpiando las heridas en los pies y brazos de los niños y dando de comer a las personas de la calle. Así de simple. No había luces de neón, ninguna página de internet atractiva para promover el lugar, ninguna venta de peluches de recuerdo. Era obvio que el liderazgo que la Madre Teresa había modelado por cincuenta años, era simple y humilde.


Probablemente sea justo eso, lo que la llevó a ser tan querida por todo mundo. Ella dirigía, pero nunca llamaba atención hacía sí misma. Se dice que el 17 de agosto de 1948 entró en el mundo de los pobres. Hasta entonces había impartido clases en una escuela privada para gente élite – estudiantes que venían de familias con muchos recursos. Ella dejó a los famosos, a lo cómodo y se fue a los barrios marginales donde la gente vivía en miseria entre ratas y cucarachas. Se fue sin algún apoyo económico y empezó a enseñarle a los niños pobres y a ayudar a quien podía. Poco a poco, otras personas se fueron uniendo a ella y terminó fundando una organización internacional en apoyo de las personas marginadas. En 1979 ganó el premio Nobel de la paz.


Ella terminó atrayendo a muchas personas. Pero la ironía era que ella siempre era humilde y no le gustaba la atención. Una vez cuando se le ofreció un complemento por todo lo que había hecho, ella respondió “solo soy un simple lápiz en la mano de Dios, quien está escribiendo una carta de amor al mundo.” Parecía que justo esa actitud funcionaba como un imán que atraía a la gente. Esto es lo que Elmore llama la paradoja de Calcuta. Cuando se trata de las descripciones de un líder, la gente tiende a llenar lo que falta, y a vaciar lo que está demasiado lleno. En otras palabras, donde un líder se maneja con humildad, otros lo elevarán; pero donde un líder se maneja con arrogancia y se eleva demasiado, otros lo van a bajar.


Hay una historia de Ryne Sandberg, quien en su tiempo fue una estrella que jugaba para Chicago Cubs. Hacía un trabajo excelente y era muy bien pagado por sus habilidades. Sin embargo, entró en una racha mala de bateo y no estaba jugando de acuerdo a su potencial. Los aficionados y los medios empezaron a criticarlo, diciendo que ganaba demasiado para el rendimiento que estaba dando. Los manejadores también estaban preocupados. Ryne mismo estaba deprimido y descontento por toda la situación. Después de haber reflexionado por algunos días, fue con sus manejadores y les dijo lo siguiente: “siento que no es correcto que me estén pagando tanto, cuando en realidad ahorita no estoy aportando tanto al equipo; quisiera devolver una parte de mi sueldo a la organización.” Ryne se ganó a sus manejadores y a los aficionados. Pronto le estaban echando porras, aun cuando todavía bateaba mal.


Jim Collins dice que los líderes humildes tienen ventanas y espejos. Cuando algo sale muy bien, ven hacía afuera por la ventana y dicen: mira este gran equipo, mira lo que han logrado. Cuando algo sale mal, se fijan en el espejo y se preguntan: ¿cómo puedo yo mejorar para dirigir mejor a este equipo? La humildad no implica debilidad. Los líderes humildes son líderes fuertes – tienen suficiente seguridad para poder ver más allá de si mismos. No se preocupan por su imagen. Están conscientes de su valor, pero no se trata de ellos. Se trata de una causa mucho mayor a ellos. La humildad no implica que los líderes piensen menos de si mismos – implica que piensan menos en si mismos. Y esto hace la diferencia.


Capítulo tres, del libro "Habitudes: Images that form Leadership Habits and Attitudes #2" por el Dr. Tim Elmore. Foto: Getty.


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