La semana pasada vimos que la formación de líderes debe ser intencional. Para que esto suceda en nuestra organización, necesitamos tener una profunda convicción de querer formar líderes, una sana cultura que permita el desarrollo de ellos, así como constructos útiles para crear líderes de manera sistemática e intencional. Hoy nos enfocamos en la convicción de formar líderes.
Primero que nada, debemos de tener una clara convicción de que es nuestra responsabilidad, formar y desarrollar futuros líderes. Escribiendo en el contexto de las iglesias, los autores Geiger y Peck mencionan que la mayoría de las descripciones de trabajo de los líderes incluyen distintas tareas y responsabilidades, pero rara vez la de equipar y desarrollar a las demás personas. Esto nos debería alarmar, ya que el modelo bíblico nos enseña algo muy diferente. En su carta a la iglesia en Éfeso, el apóstol Pablo escribió lo siguiente:
"Dios constituyó a unos, apóstoles, a otros, profetas, a otros, evangelistas; y a otros, pastores y maestros, a fin de capacitar al pueblo de Dios para la obra de servicio, para edificar el cuerpo de Cristo." Efesios 4,11-12
En otras palabras, los líderes no están ahí para hacer todo el trabajo, sino para equipar a las demás personas para juntos hacer el trabajo. Permíteme repetir esto: cómo líderes, estamos llamados a equipar y desarrollar a otros líderes. Esto debería ser nuestra profunda convicción. Hay líderes que no lo hacen por temor a perder su trabajo - no vaya a ser que alguien que hemos equipado tome nuestro lugar. Otros no lo hacen por una inseguridad personal - no quieren que otros sean mejores que ellos. Algunos no lo hacen por orgullo - piensan que nadie lo podrá hacer como ellos.
El liderazgo se podría comparar con la fuerza nuclear. Esta tiene la capacidad de proveer electricidad para toda una ciudad, pero también tiene la capacidad de destruir esa misma ciudad. Depende de cómo se use. El liderazgo se puede usar para oprimir a las demás personas, para apropiarse de todo el poder o para ganar fama y prestigio personal. Pero también se puede usar para empoderar y beneficiar a otras personas, y para glorificar a Dios.
Dan Kreft, quien trabajó en la compañía de Amazon por 15 años, escribió lo siguiente:
"Amazon es un excelente lugar para aprender de personas muy hábiles e inteligentes... Si te gusta trabajar bajo presión y ser parte de algo enorme y poderoso es un lugar emocionante para trabajar... Así que tu dele, trabaja duro, diviértete y haz historia, pero olvídate de la noción de importarles como persona. Le deseo mucho éxito a Jeff Bezos y su compañía, pero me pregunto cuanto más éxito pudieran tener si se preocuparan tanto por el bienestar de sus empleados, como lo hacen por sus clientes."
El liderazgo a la imagen de Dios es muy diferente a la cultura que domina en muchas organizaciones. Tiene otros valores y engloba mucho más que el éxito financiero, que los precios de las acciones y que la expansión. En el modelo bíblico de liderazgo, cada persona es vista como un individuo hecho en la imagen de Dios. Esto le otorga dignidad, así como un enorme potencial. Cada persona fue creada de una manera única y particular, con su propia personalidad, sueños, habilidades y fortalezas, con la finalidad de glorificar a Dios. Esto debería formar parte de nuestra profunda convicción. Como líderes, estamos llamados a ayudar a las personas, a descubrir y desarrollar estas habilidades que Dios ha puesto en ellas.
Invertimos en las personas y les ayudamos a crecer, no meramente porque beneficia a nuestra organización, sino porque beneficia a dichas personas y a la sociedad. Aún cuando algunos de ellos terminan por trabajar en otro lugar, podemos estar satisfechos de haber ayudado a otra persona.
Esta serie se basa en el libro Designed to Lead por los autores Eric Geiger y Kevin Peck. Foto: Christina Morillo.
Comments