La primer cualidad de un equipo sano y fuerte es la confianza. Sin ella, el trabajo en equipo es casi imposible. ¿Pero qué significa confianza en el contexto de un equipo?
Según Lencioni, es poder contar con la certeza de que las intenciones de mis compañeros son buenas y que por ello no necesito buscar protegerme o ser cauteloso en el grupo. En esencia, implica que cada miembro del equipo llega a un punto donde se siente cómodo siendo vulnerable.
Alcanzar este nivel de confianza en base a nuestra propia vulnerabilidad es complejo, ya que a lo largo de nuestros estudios y vida laboral aprendemos a ser competitivos con nuestros colaboradores y a proteger nuestra reputación. Es un reto ahora apagar estos instintos por el bien del equipo, pero es precisamente lo que se requiere. Cuando efectivamente se logra alcanzar dicha confianza en un equipo, los integrantes pueden actuar libremente sin la preocupación de protegerse a sí mismos. Con ello se evita que el equipo actúe de manera política y permite que los miembros enfoquen toda su energía y atención en su trabajo.
Quizás digas "Bueno, todo esto se oye muy utópico y la verdad no me interesa un equipo donde todos estamos tomados de la mano y entonando cantos. ¿Cómo se ve reflejada esta cualidad de manera práctica en el día a día de un equipo?"
Los miembros de equipos que se confían:
Reconocen sus debilidades y errores
Piden ayuda
Aceptan preguntas y sugerencias sobre sus áreas de responsabilidad
Se dan el beneficio de la duda antes de llegar a conclusiones negativas
Asumen riesgos al ofrecer retroalimentación y asistencia
Aprecian y aprovechan las habilidades y las experiencias de los demás
Enfocan su tiempo y energía en cosas importantes, no en política
Ofrecen y aceptan disculpas sin vacilación
Esperan con anticipación a las reuniones y otras oportunidades para trabajar como grupo
Cabe mencionar que esta cualidad no se alcanza de un día para otro. Requiere de diversas experiencias compartidas a lo largo del tiempo, instancias de seguimiento y credibilidad y un entendimiento más profundo de los atributos particulares de cada miembro del equipo. Aun así existen diversos ejercicios que pueden acelerar el proceso. Aquí tres breves ejemplos:
Crear espacios informales donde el equipo pueda convivir y fomentar su amistad.
Explorar el estilo de personalidad de cada integrante del equipo. Para ello existen diversas herramientas prácticas que exploran nuestro comportamiento y nuestras preferencias. Esto nos ayuda a conocernos mejor a nosotros mismos, así como entender mejor a nuestros colaboradores. En lo personal uno de mis favoritos es el Indicador de Personalidad DiSC.
Otro ejercicio sencillo es identificar la contribución más importante de cada miembro, así como un aspecto que dicha persona necesita mejorar o eliminar por el bien del equipo. Se enfoca en una persona a la vez, donde cada integrante del equipo comparte sus observaciones al respecto. Lo ideal es empezar con el líder del equipo. Esto implica arriesgarse y hablarse directamente, pero realmente vale la pena.
Donde un equipo espera alcanzar esta cualidad, es esencial que el líder empiece primero a demostrar esta vulnerabilidad. Así mismo es importante crear un entorno donde no se castiga o ridiculiza la vulnerabilidad. Cuando efectivamente se logra fomentar este tipo de confianza, es posible tener conflicto positivo en el equipo, ya que las personas se atreven a participar en debates apasionados y emocionales, sabiendo que no serán castigados por lo que digan. Pero más sobre ello en el próximo artículo.
Estas ideas fueron tomadas del libro Las 5 Disfunciones de un Equipo por el autor Patrick Lencioni. Foto: Pixabay
Comments