Los equipos que han fomentado una confianza y aprendido a practicar el conflicto productivo, ya van encaminados a también obtener un compromiso por parte de sus integrantes. En el contexto de los equipos, el compromiso consiste en una claridad y un apoyo definitivo. En otras palabras, buenos equipos de trabajo toman decisiones claras y avanzan con el apoyo de cada miembro, incluso aquellos que en un principio no estuvieron de acuerdo.
Según Lencioni, las dos causas principales que provocan una falta de compromiso son el deseo de alcanzar un consenso y la necesidad de tener certeza.
Aunque es de gran importancia escuchar y tomar en cuenta las diferentes opiniones del grupo, nunca se podrá hacer lo que cada individuo desea. Por eso es importante llegar a una decisión clara, sabiendo que cuando una persona ha podido externar sus preocupaciones y observaciones, es probable que apoye la decisión final, aun cuando esta no representa su preferencia individual.
Así mismo, es difícil contar con toda la información necesaria para tener la certeza de que nuestra decisión sea la mejor. Hay un axioma militar que dice que una decisión es mejor que ninguna decisión. Por ello es mejor proceder con una clara decisión y luego corregir el curso donde nos equivocamos, que simplemente vacilar y esperar a que todo esté 100% seguro.
Cuando un equipo se paraliza por la falta de consenso o certeza, no hace más que crear incertidumbre y falta de compromiso en un equipo. Lamentablemente esto también lo perciben el resto de los colaboradores y termina afectando a toda la organización.
En cambio, un equipo comprometido con sus decisiones:
Crea una claridad en torno a su dirección y prioridades.
Crea una alineación del equipo entero hacía sus objetivos en común.
Desarrolla la habilidad de aprender de sus errores.
Aprovecha las oportunidades antes que sus competidores.
Avanza sin vacilación y de ser necesario cambia su dirección sin sentimientos de culpabilidad.
Donde un equipo batalla para obtener el compromiso de sus integrantes, puede ser de ayuda aplicar uno o todos de estos ejercicios:
Concluir cada reunión con un breve espacio de unos 10 minutos para revisar y recalcar las decisiones que se tomaron y definir qué aspectos necesitan ser informados al resto de los colaboradores o integrantes de la organización. Esto asegura que todos se entendieron bien y que estén en sintonía con respecto a los planes de acción.
Poner una fecha límite para la toma de una decisión final. Eso evita la parálisis e incertidumbre que ya tocamos, pero al mismo tiempo ofrece un espacio definido para tratar con diversas opiniones y abordar malentendidos.
Tomar un breve momento y preguntarse: "¿qué es lo peor que pueda suceder si tomamos esta decisión?" Muchas veces un ejercicio como este puede aliviar el miedo del equipo y ayudar a que vean que las consecuencias de una decisión incorrecta no siempre son tan graves.
Aquí es de gran importancia que el propio líder esté cómodo con la posibilidad de tomar una decisión equivocada. Así mismo, ella debe de empujar constantemente a su equipo a tomar decisiones clares sobre temas relevantes y asegurar que se respeten las fechas definidas.
En el próximo artículo analizaremos la cualidad de rendición de cuentas en un equipo. Cabe mencionar que para poder exigir cuentas a nuestros colaboradores, es importante primero haber definido claramente quién hará que para cuando, y contar con el compromiso de cada uno.
Estas ideas fueron tomadas del libro Las 5 Disfunciones de un Equipo por el autor Patrick Lencioni. Foto: Andrea Piacquadio.
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