Durante las siguientes semanas, vamos a ver diferentes imágenes que forman hábitos y actitudes de liderazgo, desarrolladas por el Dr. Tim Elmore.
La primera imágen es el iceberg, una ilustración interesante de liderazgo. De seguro se acuerda de la historia del Titanic, un barco impresionante del cual el mismo capitán dijo que ni Dios podía hundir. En la noche del 14 de abril de 1912, recibió seis mensajes de advertencia por icebergs en su trayectoria. Viendo solo la parte superior de los icebergs y confiando en la fortaleza del barco, decidieron ignorar las advertencias. Media hora más tarde se hundió el barco y se perdieron cientas de vidas.
¿Qué fue lo que pasó? Se olvidaron de una verdad de los icebergs. Lo que vieron nunca pudo haber hundido un barco de ese tamaño. Lamentablemente, la mayor parte de un iceberg se encuentra ocultada por debajo del agua. Se subestimó el poder del iceberg, y se confiaron demasiado en su propia fortaleza. Esto es una descripción acertada de muchos líderes.
El iceberg es una buena imágen de liderazgo porque una gran parte de nuestra influencia viene de cualidades que no se ven - que están bajo la superficie. Se podría decir que el 90% de nuestro liderazgo depende de nuestro carácter. Este es la suma de:
Nuestra auto-disciplina (la habilidad de hacer lo correcto aunque no nos da la gana).
Nuestros valores (principios de acuerdo a los que vivimos y que nos permiten asumir una postura moral).
Un sentido de identidad (una autoimagen realista basada en como Dios nos ha hecho).
Una seguridad emocional (la habilidad de ser emocionalmente estable y consistente).
Muchas personas llegan hasta la cima, pero ignoran su carácter. Puede ser que tus habilidades te lleven hacia arriba, pero es tu carácter el que te mantendrá ahí. Si no tienes un carácter fuerte, eventualmente vas a destruir tu liderazgo, ya que solo se puede pretender por un breve tiempo. Esto lo hemos visto una y otra vez, cuando grandes corporaciones como Enron, WorldCom y Tyco cometen crímenes morales, cuando atletas profesionales son demandados por el consumo de sustancias prohibidas, y cuando docenas de sacerdotes son arrestados por el abuso sexual de menores. Es el principio del iceberg. Un carácter débil se forma cuando copiamos en el exámen y eventualmente nos lleva a fraudes, crímenes y escándalos.
Esto no es nada reciente. Hace 100 años un niño llamado Schicklgruber creció en Europa. Como adolescente nunca aprendió a desarrollar un buen carácter. Sus padres nunca le enseñaron la diferencia entre lo bueno y lo malo, y empezó a formar sus propias ideas y valores. Cuando hablaba de ir al seminario o de ser un artista, su padre se burlaba de él y lo insultaba. Nunca fue valorado ni le enseñaron valores. Una noche escuchó como se peleaban sus padres y que hablaban de mudarse. Él estaba convencido que lo odiaban y que lo abandonarían. Fue entonces que decidió erigir un muro emocional, y no permitir que nadie más accediera a su corazón. Terminó escapándose de su casa. Este niño se convirtió en un hombre. Este hombre se convirtió en un líder. Nosotros lo conocemos como Adolf Hitler.
La historia demuestra que Adolf Hitler fue un gran líder, pero no fue un buen líder. No usó su influencia para el bien. Tenía una gran habilidad y carisma. Pero su carácter estaba severamente defectuoso. Terminó destruyendo su liderazgo y llevó a la cruel muerte de más de seis millones de personas inocentes. Aunque es bueno tener habilidades de liderazgo, no nos sirven cuando se persiguen a cambio de la integridad.
Recordemos la imagen del iceberg. Lo que hunde a los barcos no es lo que se ve (las habilidades), sino lo que se encuentra por debajo del agua (nuestro carácter).
Capítulo uno, del libro "Habitudes: Images that form Leadership Habits and Attitudes" por el Dr. Tim Elmore. Foto: Jean-Christophe André
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