¿Te acuerdas del día cuando aprendiste a conducir un automóvil? ¿O quizás cuando se lo enseñaste a uno de tus hijos? Tim Elmore comparte su propia experiencia, de cuando su hija aprendió a conducir. Al cumplir los 15 años, ella empezó con todo el proceso que esto involucra y pronto desarrolló las habilidades necesarias para conducir tanto el carro de su papá, como la camioneta de su mamá.
Durante todo este proceso, ellos como padres le inculcaron a su hija la diferencia entre un pasajero y un conductor. Le decían lo siguiente:
"Hasta ahora, solo te había tocado viajar como pasajero. Pudiste perderte en tus propios pensamientos, cambiar la música, encontrar nuevas estaciones de radio, cantar, gritar, reir y distraerte con lo que querías. Tu preocupación principal era disfrutar del viaje. Ahora todo eso ha cambiado. No es que ahora no será divertido el viaje, pero eso ya no es el objetivo. Ahora tu eres la conductora. El volante está en tus manos, y con ello también el resto de los pasajeros. Tanto el vehículo como los otros seres humanos que te acompañan, ahora están a tu merced. Ahora debes de comportarte como el propietario del carro, y no como un simple pasajero. Eso implica que ya no puedes hacer lo que te dé la gana, como cambiar la música y distraerte. Debes estar alerta y consciente hacia donde vas y preocuparte por el bienestar de los otros pasajeros que te acompañan. Tu eres la responsable de que lleguen al destino. Ahora, tu eres la conductora."
Ser un conductor implica asumir responsabilidad. Es una lección que muchas personas nunca aprenden en la vida. Cuando algo sale mal, tienden a culpar a las demás personas.
"Es que si mi profesor..."
"Si mi novio solo dejaría de..."
"Si mis padres no..."
"Si mi jefe no fuera tan..."
Los individuos que no asumen responsabilidad de sus acciones, se convierten en víctimas que no tienen el control sobre sus actitudes o su destino. Son pasajeros en la vida. Los líderes en cambio, no se vuelven presa de tal mentalidad de víctima. No significa que viven negando los problemas. Los líderes entienden que no todo sale bien. Sin embargo, deciden seguir conduciendo. Asumen responsabilidad por su actitud. Asumen responsabilidad por su respuesta a los problemas. Asumen responsabilidad por la dirección de sus vidas.
Hay pocas cosas que molestan más a la gente, que un líder que no asume responsabilidad ante sus propias acciones. Por intuición, la gente espera que como líderes seamos conductores y no pasajeros.
Tim Elmore describe el contraste entre dos presidentes de los Estados Unidos de America. Primero menciona el caso de Bill Clinton, quien enfrentó un escándalo por la relación sexual con su asistente Mónica Lewinsky. Cuando dicha relación se hizo pública, él mintió y negó todo. Poco tiempo después, tuvo que reconocer que fue verdadero. Aún así su respuesta sorprendió a la gente. En un discurso de 549 palabras, ocupó 134 para justificarse, 180 para atacar al fiscal, 137 argumentando que era hora de olvidar el pasado, tan solo 4 palabras para expresar remordimiento y ninguna para disculparse. Aunque fue un presidente con gran charisma, le faltó el carácter.
Luego menciona a John F. Kennedy que enfrentó su propio escándalo, conocido como "Bay of Pigs Fiasco". El en cambio asumió plena responsabilidad por los hechos y se disculpó con el pueblo americano. Lo interesante es que todo eso llevó a que su popularidad y aceptación solo aumentaran. Mas tarde, el mismo dijo: "no lo entiendo, pero parece que entre mas errores hago, mas me quiere la gente." En realidad, no eran los errores lo que amaba la gente, sino su exhibición de integridad. La gente sentía que podía confiar en el. El fue un conductor y no un pasajero. Ese también es nuestro reto, a lo largo de la vida.
Capítulo trece, del libro "Habitudes: Images that form Leadership Habits and Attitudes" por el Dr. Tim Elmore. Foto: www.smithsystem.com
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